Eras un barco en la lucha entre números y letras,
Un mar perforado de erupciones te chocó en calma.
Voy a fingir que no me duele
Para que puedas seguir leyendo.
El volcán de la mirada
Te traspasó la lengua para llegar a mi garganta.
Tarde,
Mucho más tarde,
Entendí que fue la furia de tu mano
La que llenó de barro el insulto de mi mejilla.
Voy a seguir fingiendo
Para que puedas oír sin que te duela.
La libélula amarilla empezó a escupirnos
Las calles de un Madrid con epicentro hirviendo.
Mi garganta dejó de tener voz
Y tu voz dejó de tener sentido.
Una lluvia de corte y confección que contrataste
Me alquiló el ascensor del que ahora te cuelgas.
Para mí un punto y a parte
Y tú a tomar por el culo
Por no decir, con vergüenza:
“me arrancaste el mundo”.
Te dolerá tener que fingir
Que no me oyes,
que no te toca,
que no me llegas.
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