Ese pulso mantenido de no encontrarse
De calentarnos la silla a distinto tiempo,
De partirnos el cuello en pos de la esperanza.
He ido cambiando los colores
Y ahora el otoño perezoso
Nos imprime en la roca perdida
Y nos permite ese silencio de charco de no saberse estrella.
Acostumbrado a la palabra amable
Y a las miradas lascivas
No tendrás que esperar para besar lunares.
Qué importa que yo decida dejar de serte paladar dulce
Y de nuevo no insistir para triunfar por miedo
A quebrarme doble.
Encuentro de más a poco cada vez el tropezón,
Pero colisionar aún estando en llamas
No suele ser la imagen de quien colecciona charcos
Y espera con las piedras hacer ranitas en ellos.
Mantenemos en vilo la imagen, aunque la recuerde
Y calentamos momentos dispares
Para no encontrar, que entre las manos
Sólo tenemos
El vacío.
me gusta mucho muchísimo todo
ResponderEliminar"y nos permite ese silencio de charco de no saberse estrella.."