miércoles, 19 de junio de 2013

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Hoy,
esta noche,
este domingo extraño...
ahora...
alguien baja cansado de un taxi,
sube unas escaleras rojas,
utiliza tus llaves haciendo honor al silencio
y se mete en tu cama.
Se acuesta a tu lado,
te reposa el brazo.


Hoy, esta noche,
este domingo extraño le parte la mano
en mares, le frunce el gesto,
le derrama 21 mil atardeceres de golpe.


Alguien ha comido musgo
antes de subirse al taxi.
Entrelee la mentira, 
la patada en la boca,
las salas vacías escupiendo errores eternos.


Alguien ha subido las escaleras
y ha tenido que vomitar en el rellano
las consecuencias de
 una verdad incorregible,
ineludible
punzante,
real.


El óxido de la muerte no perdona a nadie.