lunes, 29 de noviembre de 2010

BLANCO COMO LA NIEVE

Nieva sobre Madrid, y como sentimiento matutino... me siento aliviada.
Hace frío, pero a mi no me importa llevar mil capas, ni orejeras que me hacen parecer un Furby, ni la bufanda hasta casi tapar los ojos... he decidido que el frío no va a poder este invierno conmigo. Yo, voy a ser más fuerte.

Y con toda esta nieve, el color blanco se manifiesta. En las propiedades de este color destaca el alivio de la sensación de desespero o shock emocional y la ayuda a limpiar y aclarar las emociones.

Y todo eso está muy bien, pero yo cada vez que nieva, me acuerdo de un animalito fiel llamado HachiKo.

Para aquellos que no conozcan esta historia...

Hachi Ko nació al norte de Japón y bien pequeñito fue regalado a un hombre, profesor de Univerdad que vivía en las afueras de Tokio. Entre ellos se estableció un vínculo de amistad muy fuerte. Eisaburo, que así se llamaba este japonés, iba en tren a la universidad, y Hachi le acompañaba cada día a la estación, e iba a recogerle a la misma cada tarde.
Pero un día como cualquier otro, Hachi fue a recoger a la estación al profesor y éste no regresó. Eisaburo sufrió un infarto cerebral mientrs daba clase en la universidad y falleció.

A pesar de esto, Hachi siguió siendo fiel a su amo, y cada día, volvía a la estación para esperar a su dueño. Así pasaron los meses, los años... 10 años concretamente fueron los que Hachi estuvo esperando a su amo. Finalmente murió allí, en la entrada de la estación. Se le conocía como "el perro fiel". Y en memoria, levantaron una estatua en la plaza de la estación.

Esta historia se ha transladado también al cine, la útlima versión la protagonizó Richard Gere.

Y de esto es de lo que me acuerdo cuando nieva, y por lo que parece, voy a recordarlo bastante este invierno, que aún no ha empezado en fecha, pero si en situación.